¡Qué rápido se ha pasado! Parece mentira pero ya hemos hecho nuestra primera movilidad de profesorado dentro del programa Erasmus+.
Nuestra compañera Begoña se desplazó hasta Budapest para asistir a una formación musical llamada “Orff Schulwerk for Girfted Students”.
Para conocer de primera mano todas las vivencias de Begoña durante su estancia en Hungría, no se nos ocurre mejor forma de hacerlo que a través de una entrevista a la propia protagonista.
Música, aprendizajes y experiencias.
¿Qué aspectos destacas de la formación que has recibido?
Del curso destacó sobre todo conocer cómo trabajan en otros lugares los maestros de música y danza.
También lo fácil que es entenderse a través de la música y el movimiento con otras personas aunque no hablen la misma lengua.
¿En qué crees que puede beneficiar al colegio y a nuestro alumnado la formación?
Por un lado siempre se pueden sacar ideas y/o actividades del curso y llevarlas al aula.
Por otro lado, se contacta con otros maestros de otros países que tienen tus mismas inquietudes y esto en un futuro puede derivar en otros proyectos de colaboración dentro del programa Erasmus.
¿Qué experiencias te llevas de los compañeros maestros y maestras que has conocido en el curso?
Muy positiva. Enseguida conectamos e hicimos equipo. Estuvimos toda la semana compartiendo tanto el tiempo de curso como las diferentes actividades culturales. Seguimos en contacto una vez finalizada la formación.
En relación con el país y su cultura, ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención?
Budapest es una ciudad que tiene una gran oferta cultural y musical y la semana ha sido muy enriquecedora.
He podido ver el ballet del Lago de los cisnes en la ópera, y dos conciertos de orquesta sinfónica y coro húngaros en la academia Liszt. También visitar el museo Liszt.
Hay muchas cosas que me han llamado la atención: las luces de las calles están colgadas con cables (no tienen farolas), los andamios son de madera, muchos edificios antiguos los han convertido en bares, la forma de pagar en el transporte público (troquelando el billete), la comida con su sopa goulash riquísima, la historia sobre los horrores de la segunda guerra mundial con la escultura de los zapatos al pie del Danubio (en recuerdo del exterminio judío) y lo bien que entonan el himno nacional cuando lo cantan (que debe ser habitualmente).
Para finalizar, ¿recomiendas esta experiencia a otros compañeros docentes? ¿Por qué?
En su conjunto me parece una experiencia muy recomendable. Como he dicho antes para conocer cómo se trabaja en otros países, coger ideas y aplicarlas en tu centro. También para enriquecerte con la cultura que el lugar te ofrece. Y lo más importante establecer conexiones con profesionales de otros sitios.
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